¿Por Qué Migramos? Lo Teníamos Todo y Decidimos Lanzarnos

En mayo del 2021 mi compañero de vida y yo nos despedimos de nuestra familia y amigos en el aeropuerto de Ezeiza, (Buenos Aires, Argentina).

Junto con nuestras dos perras, nos lanzamos a una nueva aventura. El destino era Granada, en la comunidad de Andalucía, al Sur de España.

La pregunta es muy frecuente, e incluso muchos no llegan a comprenderlo.

¿Por qué nos fuimos?

Por eso, decidí escribir este artículo. Porque este es un blog de estilo de vida, y aquí trato de compartirles mi camino desde donde circunstancialmente estoy, a donde intencionalmente quiero.

Además, en este artículo voy a compartirte algunos tips por si también estás pensando en migrar. Más allá de que la migración es un proceso sumamente personal, estas pautas van a servirte de “guía” e información a la hora de emprender tu propio camino.

¿Por Qué Migramos?

Cuando estaba escribiendo este artículo googleé esta misma pregunta, a ver qué aparecía.

“La mayor parte de los que emigran lo hacen por motivos económicos, buscando un mejor nivel de vida, mejores condiciones de trabajo y remuneración, o en casos más críticos, el acceso a un empleo”, decía el primer resultado.

Lamentablemente, migrar está asociado a “huír”, de determinado lugar, o a irse en busca de mejores condiciones.

Pero no siempre es así, y afortunadamente no fue nuestro caso.

La historia se remonta a diez años atrás, cuando mi actual esposo y yo comenzamos a estar de novios.

Él venía de un viaje. Su primer viaje lejos de Argentina. Yo, siempre había querido tener una experiencia viviendo en otro país. Además mi abuela era migrante. Crecí escuchando historias de viajes a otros países.

Muy seguido había alguien sentado a la mesa los domingos en la casa de la abuela, que venía de otro lugar, de muy lejos. Para mí, compartir esas experiencias era algo normal. Crecí rodeada de migrantes y nómades.

Cuestión que mi amor y yo coincidimos en que nos gustaría en algún momento hacer un viaje (largo) que supusiera vivir en el extranjero y conocer otras formas de vivir.

Así fue que muchos años más tarde, ya casados, con nuestra casa propia, y muy asentados en una localidad del conurbano bonaerense surgió la pregunta.

“Nunca vamos a vivir afuera, ¿no?” me dijo él.

Yo lo miré. No tenía ganas de quedarme con la eterna pregunta. Quería abrazar una opción y descartar la otra. Pero nunca quedarme con la duda. “¿Y si…?”

A mí también me carcomía el anhelo de hacer algo “distinto” a lo que hace la media de la gente, a lo que se suponía que íbamos encaminados nosotros.

Estudiar una carrera. Casarnos. Conseguir un buen trabajo. Tener la casa propia. Tener hijos.

Algo no me cerraba de todo eso. No estaba mal, pero yo quería otra cosa.

Pero, si tienen todo

Teníamos “todo”, sí. Una casa, un auto, una moto, nuestras familias, amigos, dos perras. Un buen trabajo. No podíamos quejarnos.

Y sin embargo, queríamos algo distinto. Eso fue lo que nos dio la pauta de que teníamos que intentarlo.

Es como quien tiene un trabajo en relación de dependencia y quiere emprender, o viceversa. Ninguna de las opciones está mal, pero cada quien tiene que elegir la suya.

Cuando nos dimos cuenta de que teniéndolo “todo”, teniendo la seguridad de una casa propia, trabajo, la comodidad de los vehículos, teniendo un hermoso círculo cercano compuesto por nuestra familia y amigos, igual queríamos dejarlo para embarcarnos en esta aventura, estuvimos seguros.

Bueno, lo que se dice “seguros”, no sé. Es muy difícil tomar una decisión así estando seguro de que es la correcta.

Pero nos sentíamos bien encaminados.

Ahora bien. Ya no éramos dos adolescentes o jóvenes en nuestros tempranos veinte. Él tenía 30, yo 28. Estábamos en otro lugar a nivel familiar y profesional.

No estábamos para hacer un “work and travel”, una experiencia de un año en el extranjero, para después volver a casa. No podíamos hacer toda esa movilización (ver qué hacíamos con nuestra casa, renunciar al trabajo, y vender todo) para volver un año más tarde.

Además, escarbando bien en qué queríamos, no nos veíamos haciendo una experiencia de poco tiempo.

Así fue como decidimos que la mudanza sería “definitiva”, aunque lo que se dice definitivo no es nada, porque todo puede cambiar. Pero al menos para nosotros, tendría ese carácter.

Así fue como en enero del 2020 decidimos que a mediados del 2021 nos mudaríamos a España. Luego vino la pandemia, y la historia sigue y es muy interesante (la cuento de a poco en una serie de posteos que puedes leer aquí).

Pero ahora quiero hablar de otra cosa, y es acerca de nuestros motivos para migrar.

Migrar: Quiero Algo Distinto

Nosotros migramos porque teníamos anhelo de experimentar “otra cosa”, otra forma de vida, conocer el mundo.

Además, queríamos viajar por muchos países, y estando tan lejos de todo, siempre suponía un gran esfuerzo logístico y económico.

La pregunta, sin embargo, se repetía.

“Pero… ¿por qué? Si lo tienen todo”.

Y yo me pregunto… para elegir migrar, ¿hay que no tener nada?

No nos fuimos porque nos faltara algo, sino porque queríamos otra cosa distinta de la que teníamos.

Creo que eso es lo que nos impulsa a buscar. Querer algo distinto de lo que hay actualmente en nuestra vida.

Definitivamente no estábamos huyendo de la situación económica, social y política del país.

No nos fuimos a buscar un “mejor futuro”, u “oportunidades”. Tampoco juzgo a quien lo hace. Migrar es un proceso sumamente complejo. Hay muchos contextos diferentes al nuestro y cada cual tiene sus motivos. Yo quiero hablar acerca del mío.

Nos fuimos porque queríamos algo distinto.

En Busca de la Felicidad

Suena un poco trillado. “Me fui en busca de la felicidad”.

Pero la verdad que sí. Creo que la búsqueda de la felicidad está subvalorada y que tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para conseguirla y no conformarnos hasta que tengamos lo que realmente queremos.

Yo era feliz en Argentina, pero quería algo distinto, y necesitaba hacerle caso a esa voz que me lo pedía a gritos.

En el momento en que tomamos la decisión, mi compañero y yo fuimos muy felices, así como lo somos ahora, en un país distinto, con una cultura distinta, donde nos sentimos un poco ajenos y donde tenemos todo por conocer.

Pero tan llenos. Llenos de estar haciendo lo que queremos, llenos de anhelos, búsquedas y de las cosas nuevas que vamos aprendiendo todos los días.

Porque sí. Desde que migramos, cada día es una aventura. Con muchos altibajos emocionales. Después de todo, estamos lejos. Lejos de lo conocido, lejos de nuestros seres queridos, lejos de lo que por tres décadas fue lo cotidiano para nosotros.

Y sin embargo, la sensación de estar haciendo lo que queremos es única.

Hasta aquí los motivos. Nuestros motivos.

Algunos Consejos a la Hora de Migrar

Si también estás pensando en migrar, a continuación te daré un par de tips a tener en cuenta en este proceso en el que a veces estamos muy solos y perdidos.

1. Encuentra tu razón

Muchas veces consumimos estilos de vida ideales en blogs y redes y nos da la sensación de que ese es el camino para nosotros.

Migrar no es un proceso sencillo, aunque muchos piensen que es “seguir el camino fácil”.

Y definitivamente tampoco es para todos.

Así que es muy importante tener una buena razón a la hora de hacerlo porque (al igual que con cualquier cosa que emprendas) esa razón te va a mantener firme en los momentos de mayor incertidumbre, ansiedad y angustia.

Si vas a migrar, es importante hacerlo por las razones adecuadas. Estar seguros de que no es por una falsa imagen, un mito o un sueño de otro.

Y eso sólo tú lo sabes, luego de un proceso de recorrido interior.

2. Habla con otras personas

Cuando estábamos pensando en migrar, nos juntamos a hablar con varias personas de nuestro entorno que lo habían hecho o que tenían hijos que lo habían hecho.

Conocimos sus experiencias, sus puntos de vista, y eso fue un puntapié para el diálogo entre nosotros.

Fue una experiencia muy enriquecedora, y la recomiendo. Siempre, para todo, hablar con quienes ya hicieron lo que estamos queriendo hacer nos da un criterio de realidad acerca de lo que hasta ahora sólo podemos suponer.

También nos sumamos a grupos de Facebook, vimos videos de argentinos que habían migrado y buscamos otras personas que estuvieran en la misma situación.

Rodearte de personas que estén en situaciones parecidas a la tuya no sólo te dará información, sino que te hará sentir acompañado/a en este proceso que a veces puede llegar a ser muy solitario (después de todo, las personas que nos cruzamos todos los días generalmente no están migrando o planeando hacerlo).

3. Usa un criterio de realidad

Cuando la realidad del país en el que vives no es la más fácil o agradable, puede surgirte un rechazo que haga que quieras irte.

En mi opinión, irse desde una energía negativa, de frustración, de odio, “dando un portazo”, no es la mejor forma de migrar.

A diferencia de muchos que lo hacen por necesidad, otros tenemos la fortuna de poder elegir.

Si tu país no está en guerra, o no hay una situación de emergencia, significa que no te vas “por obligación”, o porque no hay otra opción.

Quienes migran por obligación, dejando todo lo que aman atrás, transitan un proceso extremadamente difícil. Porque quienes migran por obligación, en realidad no quieren hacerlo. Lo hacen por necesidad.

Entonces, si tienes la posibilidad de decidir migrar, mejor aprovechar para irte desde una energía positiva, ¿no?

Esto dicho así suena muy sencillo, pero sé que no lo es.

Un ejercicio muy útil es transformar las afirmaciones negativas en positivas. Por ejemplo: “me voy porque aquí no puedo crecer”, a “me voy en busca de crecimiento”.

Si bien parece un cambio aparentemente sencillo, te puedo asegurar que encontrar las razones “positivas” por las que te mudas, más que las “negativas”, te será de gran ayuda.

Hacer foco en lo bueno que quieres generar en lugar de lo negativo que quieres evitar, hace que pienses con mayor claridad y puedas lograr mejor y más rápido tus objetivos.

Es importante saber que hay muchos mitos alrededor de migrar que tienen que ver con lograr una vida más fácil.

Muchas personas migran idealizando a otros países, o porque están cansados de sus problemas cotidianos. Pero adivina qué.

Tus problemas te siguen a donde vayas, porque en general tienen que ver más contigo que con la realidad que te rodea.

Así que si vas a migrar, ten en cuenta que no es fácil, que es un camino repleto de desafíos y que es emocionalmente muy complejo.

Muchos consiguen trabajo y vivienda pronto, la mayoría no. Algunos tienen quien los ayude y otros sólo se tienen a sí mismos. Muchos hacen amigos rápido, otros pasan meses y hasta años sin formar una red de contención.

Es importante poner en la balanza todos estos posibles escenarios, para que no te tomen por sorpresa.

Si tienes hijos, los criarás lejos de sus abuelos y de tu familia y amigos. Si haces amigos, probablemente no lleguen a ser tan cercanos como los que tenías en tu país de origen (o quizás sí pero no de forma inmediata).

Hacer trámites puede ser más difícil que en el país del que vienes, o más fácil pero distinto.

Ten en cuenta que no todo es color de rosas y si estás dispuesto a enfrentarte con la realidad compleja (que tiene su propia riqueza), adelante.

4. Reúne toda la información necesaria

Mi recomendación es siempre migrar en condiciones de legalidad. Nunca juzgo a quien lo hace distinto, porque como dije anteriormente, cada migración es un proceso muy propio y cada quién conoce sus motivos.

En este sentido, no dejes nada al azar.

Planifica muy bien de acuerdo a los tiempos que te tomará cada trámite. Ten en cuenta que para migrar, deberás legalizar muchos documentos de tu país para que sean válidos en el país al que vas.

Averigua bien, en fuentes oficiales, todo lo que debes hacer para no encontrarte con problemas que podrías haber anticipado.

Es muy importante que sepas qué documentos necesitarás, tanto para ingresar al país como para permanecer en él e iniciar los trámites de residencia.

También es fundamental que entiendas bien cuánto te puede llevar conseguir trabajo o si puedes ejercer tu profesión en el país al que vas.

Si quieres solicitar una visa, averigua bien los tiempos y los requisitos antes de comprar el pasaje.

Palabras Finales

Cuando nos dimos cuenta de que la vida que automáticamente perseguíamos no nos atraía, decidimos lanzarnos a una propuesta nueva. Aterradora, pero atractiva. La de vivir en otro país, distinto del lugar en el que habíamos nacido y crecido.

La migración es un proceso sumamente complejo, y no es para todos. En este artículo te comparto un poco de mi experiencia y también algunos tips para que tomes los que te sirven y diseñes tu propio camino.

Como digo, migrar es un proceso personal, pero ¡qué importante y enriquecedor es compartirnos experiencias e ideas!

Y tú, ¿migrarías a otro país? ¿lo has hecho ya? Compárteme tus experiencias, ideas, lo que sea, en los comentarios.

¡Hasta el próximo jueves!

Tags:

Compartir post

Posts relacionados

Un comentario

  1. Muy bueno! Me gustó mucho este párrafo:

    «Rodearte de personas que estén en situaciones parecidas a la tuya no sólo te dará información, sino que te hará sentir acompañado/a en este proceso que a veces puede llegar a ser muy solitario (después de todo, las personas que nos cruzamos todos los días generalmente no están migrando o planeando hacerlo).»

    Me parece que aplica a muchas situaciones, especialmente las menos mainstream jaja.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subscribe

Just subscribe to my newsletter
to receive all fresh posts

home3-hero-img.jpg